Si esta pintura en lugar de haber sido encontrada en un humilde canto rodado lo hubiera sido en la pared de una cueva, la escena estaría muy clara: un chico encima de un toro, aprovechando el relieve de la piedra. Y aunque no hubiese sido tan clara, al menos si daría para plantearse algunas consideraciones. Pero... ya llegará el momento de los guijarros.
sábado, 29 de junio de 2013
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